julio 20, 2009

Un domingo chilango


Al final llegué a la conclusión de siempre,
que Borges era Dios,
pero eso ya lo sabía y no me resolvía nada.
Aforismo kaffeinado.

Extraño la Ciudad de México. Especialmente durante sus frías mañanas: vivir en Cuautla y Cuernavaca me ha hecho apreciar la bendición de despertar en temperaturas por debajo de los 20º C. Aquí en Morelos los ventiladores son análogos al esposo: funcionales, no cumplen los cánones de lo estéticamente bello, te despiertas con ellos, te duermes con ellos, e intentas mantener el número que te sea posible para que te mantengas cómoda (las mujeres con aire acondicionado son otro mundo).

El clima delicioso, las múltiples campanas llamando al Santo Oficio, la relativa escasez de personas en mi amado centro histórico –lo que lo llena de una belleza inefable-, la caminata entre fachadas increíbles –un vicio mientras viví allí- se conjugaron con unos bisquets y un café con leche. Mañana dedicada a estimular mi punto G retiniano, a desplazar la endolinfa de mi cóclea en oleadas plácidas y hacer trabajar como esclavo a mi páncreas e hígado, con una pausa espiritual en plena calle, sin necesidad de la catedral; algo que aprendí de mi bisabuela –la mujer con más congratulaciones católicas que haya visto- y que originó mi primer disputa teológica con la catequista a los 8 años: ¿Si Dios está en todas partes, por qué la gente sólo se porta bien y reza en la iglesia? ¿Qué es fornicar? Si Dios perdona a los pecadores, ¿por qué hay infierno? Así fue como inicié mi curso autodidacta del catecismo.

Debo agradecer que haya nacido cuando mi madre ya era profesora, y que haya crecido mientras ella cursaba la licenciatura en pedagogía en la UPN: la bibliotecaria me leía las tiras de Mafalda, mamá me acarreaba todos los ejemplares de la revista Chispa que encontraba y me introducía a cuanto museo existía en nuestro camino. Recordé todo esto mientras observaba a esos entes ininteligibles, que manejan tecnología avanzada y poco les falta para tener piel verde y ojos negro profundis: los niños actuales -que seguramente merecerían tener su apartado en una vitrina, mas no en el Museo de Arte Popular-. Mientras la arcaica de mí tenía un orgasmo en cascada ante las representaciones de artesanos procedentes de paraísos surrealistas como Michoacán, Oaxaca y Chiapas –que tengo la fortuna de haber visto en toda su magnífica y caleidoscópica expresión- con el olor del café recién molido flotando en el aire, saturando mis receptores de dopamina y serotonina, tenía que venir el anticlímax: los múltiples niños con chip integrado que agujereaban mi corteza frontal: ¡Papá, esto es una basura! ¡Mamá! ¿Ya nos vamos? ¡Ya me aburrí! ¡Mamá, dijiste que aquí sería divertido! ¡Papá, te odio! ¡Dame mi iPod! Hijo, ¿qué es lo que más te gusta de aquí? Nada. Mamá me miró: su radar captaba ondas paidofóbicas.

Subirse al Tren de la Historia con un profesor de la ídem rojillo es lo máximo: te hace ver al profundo ignorante que eres si sólo viviste con la realidad de tu libro de texto de Historia de quinta (mis respetos a los libros de texto gratuito -especialmente los de Español Lecturas- que hacían mérito al legado de Vasconcelos –con textos de Cortázar, Paz, Nervo, Pellicer, Gabriela Mistral, Rosario Castellanos, Nezahualcóyotl-) si la SEP tiene otro grandioso proyecto educativo (–como aquel del 2004 de eliminar la parte anterior al siglo XV en la Historia de México y Universal-) los de Español lecturas incluirán a Coelho, Doris Lessing y a Stephenie Meyer para las próximas ediciones. ¡Faltan Juárez, los Serdán, Zapata! ¡Ensalzan al imperio! ¡Malditos burgueses! Tranquilo, carnal, la exposición va por temporadas, termina hasta el 2010, nadie está conspirando contra la revolución. Estimular mis bastoncillos y conos con las múltiples técnicas expuestas en los vagones fue increíble. Empero, fue lo plasmado con la sencillez del barro moldeado, sin pintar, lo que estimuló mi sistema simpático ¡huye o pelea!, erizándome los anexos pilosos del antebrazo: los revolucionarios ahorcados o colgados de los testículos, los cuervos expectantes, mientras las mujeres lloran a sus pies ¿conocido? Sí. San Salvador Atenco, el movimiento magisterial de Oaxaca, las guerrillas en Guerrero ¿Pleonasmo político? Vale, carnalito, que el 2010 sea descendiente de 1810 y 1910.

Siguiendo en la línea de la motafísica, con un expresso macchiato y la presentación de Magia Huichol, no tuve que completar el ritual mascando peyote para irme al mundo de los fractales… el viaje mental continuó en forma hardcore tras la ¿comida? en el Café de Tacuba.

Siempre he creído que la comida y el sexo no deben ser saciados como puras necesidades orgánicas, salvo cuando está en juego la supervivencia o la cordura. Desde pequeña -edad, porque el tamaño fue drásticamente disminuido por la menarca temprana- he sentido fascinación por el estilo virreinal, desde lo arquitectónico hasta lo humanístico. En lo personal, Sor Juana Inés de la Cruz satisface mis tres pecados básicos: lujuria, gula y ¿cuál es el tercero?

El Café de Tacuba. Fundado en 1912, su café data de esa época, de otro modo no me explico el sabor que tiene una bebida que debe ser elíxir. Le supliqué al Dios de Hieronymus Bosch que cuando menos estuviese libre el lugar frente al cual puedo visualizar mis bacanales monásticas mentales, y respondió a mis plegarias: allí, entre el mural del chocolate y la mala copia del óleo de Cabrera de la Décima musa. El lugar tiene un barroquismo que ciertamente me atrae, pero la comida tiene un estilo de dicotomía Shakespeareano: es una tragedia o una comedia; o como dice mi hermanito “Ma, ¿qué diablos te hizo pensar que un restaurante para gringos iba a tener comida mexicana buena?”

Ya que mis papilas gustativas estaban de luto, me dediqué a mirar a las meseras con ese uniforme blanco, que, sin gran inversión imaginativa, semejan enfermeras del siglo XIX. Genial; mis dos parafilias, monjas y enfermeras: Mi mente divagó entre las monjas benedictinas de la abadía de Viboldone restaurando el Codex Atlanticus, la llama vigilante de la lámpara de Florence Nightingale… listo el tablero para el juego de las ménades: Mi amada Sor Juana -con voz de Rita Guerrero- el romance II, un capuchimoka del jarocho… ay, esto tendrá que finalizar en casa.

24 comentarios:

marichuy dijo...

“Ma, ¿qué diablos te hizo pensar que un restaurante para gringos iba a tener comida mexicana buena?”

Queridísima

Desde ya, tu hermanito es mi ídolo.

Me encanta el Centro Histórico -tengo alma vieja, lo sé- y como tú, faltaba más, lo prefiero sin gente ¿seremos misántropas o nomás solitarias gozosas?

Muy agradecida con tu deleitable paseo, tan lleno de reminiscencias y recovecos [y que veo, finalizó en Coyoacán].

Besos melancólicos (viviendo acá, hace rato que no me paseo por el Centro Histórico)

Aurore Dupin dijo...

Queridísima:

Yo también lo quiero (y no sólo por el hecho de que comparto más DNA con él que con cualquier otro ente terrestre).

Solitarias gozosas es eufónicamente más aceptable para la sociedad, misántropas es hasta altisonante: "Ay, comadrita ¡Si yo sí voy a misa!"

La agradecida soy yo, por el espacio virtual para la catarsis.

Síp. Tengo alma con arruguitas (es que me crió mi bisabuela).

Besos anacrónicos.

Kyuuketsuki dijo...

Otra persona mas que piensa que la ciudad es sencillamente genial, a pesar de todos sus pesares. Pero los pueblos también tienen lo suyo. Eso si, odio el calor. Aquel lugar donde haya calor podré visitarlo, pero jamás vivir ahí.

Aurore Dupin dijo...

Kyuuketsuki:

Tengo las neuronas hechas fondue a causa del clima morelense, y a pesar de ello sigo sin entender a los extranjeros que viven aquí y a los capitalinos que abarrotan los balnearios los fines de semana y los puentes... yo también odio el calor.

Debo permutar mi casita de Cuautla por una en el D.F. o Toluca, je.

Saludos frescos.

Anónimo dijo...

"Me gusta la ciudad cuando no hay gente/me gusta cuando no hay ciudad, la gente..."
ALMA DE PERRO
SILVERIO JIMÉNEZ

No obstante tratarse de una canción y un cantautor que no me convence del todo, esta frase comulga conmigo y seguro contigo...
¡Que hermoso sentir identidad al leer eso de la revista Chispa! Le pregunto a tantos de mi generación si la recuerdan, pero sentía a veces sólo yo la leía, jajaja
Celebro tu cariño por esta ciudad que me tiene en mi dicotomía personal: TEPOZTLÁN O TENOCHTITLÁN...
En efecto, con menos habitantes circulando se disfruta la ciudad, no por misántropos, es que nos gusta vivir, no estar hacinados :)
Y Cuautla o Cuernavaca las disfruto incluso sin ventilador (Puesto que yo no aspiro a tener marido, y aberro los ventiladores, me pareció agradable la metáfora jajaj)
Qué delicioso post y que lindo paseo. Saludos!

Anónimo dijo...

Aurore, ¿Se trataba de viajar? Tu domingo chilango, desde Cuernavaca hasta el expresso, pasando por tantas y tantas situaciones, empecé muy aplicada leyendo tu historia familiar. Me gusto que tu mamá te diera a leer a Mafalda, que aún hoy debería ser obligatorio leerlo, ¿No podrían ponerlo en los libros de texto gratuito?

Hoy es mi primera visita después de unos días y me da gusto encontrar este Domingo que de Chilango creo que tuvo poco, con todo y el café Tacuba, es un martes guanajuatense con mucha hambre, y pensando en un delicioso café para después de comer.

Saludos, y abrazos a las dos en sus luces y sombras.

Dilbertina

Aurore Dupin dijo...

Dr. Gurma:

Síp, sabiduría urbana, me gusta ese oxímoron del inicio. Je.

Ay, Tepoztlán. Hice mi servicio social en una de sus comunidades (Santiago Tepetlapa)y desde el centro de salud tenía una vista majestuosa de su cordillera... perdí la cuenta de cuantos gringitos suturé tras sus peripecias en la pirámide. Cuántos extranjeros conocí en las campañas de vacunación en sus quintas de descanso: alemanes, franceses... y los pobladores cuidando esas casitas. Uff.

Besos sociales.

Aurore Dupin dijo...

Querida Dilbertina:

Yo también pugno por Mafalda como medio pedagógico de despertar social. Pero con la SEP actual y nuestros gobiernos PANistas... lo dudo tanto. Lo que quieren es ciudadanos modelo borrego.

Saludos lanosos.

OPIÜM dijo...

ole que bien escribess

marichuy dijo...

Querida Aurore

En la mañana ya no te dije nada de tu analogía:

"[…] los ventiladores son análogos al esposo: funcionales […]te despiertas con ellos, te duermes con ellos”

Será que esto sólo ocurre en las calidad camas morelenses?

Besos intrigados


PS por cierto... para nuestros inefables PANistas, la educación pública y laica, así como el estudio de la historia... deben ser cosa del demonio

Aurore Dupin dijo...

Opiüm:

Es lo que provocan los estados alterados de conciencia... verborrea esquizotípica. Je.

Grazie.

Saludos YSL.

Dolores Medel dijo...

Uy, ya quiero ir al DF... Ah! Y los libros de texto gratuitos eran geniales, con las portadas de Vicente Rojo y las ilustraciones de Carlos Palleiro... Cómo me gustaría recuperar esas ediciones...

Un abrazo Marichuy o Aurore, la que sea, o a las dos...

Aurore Dupin dijo...

Queridísima:

Los esposos son universales, pero la analogía es 100% endémica.

P.S. Sin duda. Deben tener cuadros de la Purísima Concepción con una chimenea que se alimente en base a ejemplares de La Evolución de las Especies, junto a las Leyes de Reforma...

Horror.

Besos racionales.

Aurore Dupin dijo...

Lola:

¡Oh, sí! Todo un legado. Mi madre guarda celosamente esas ediciones de colección bibliófilas.

Se aceptan abrazos revueltos.

Adéndum: ¿Se puede, Chuyita?

marichuy dijo...

Queridísima

Eso ni se pregunta, por favor... me ofendes.

malbicho dijo...

nunca he ido al café tacuba -sólo lo he oído, je-; cómo les tengo cariño a esos libros de texto de antes, especialmente a los que ya no me tocaron, esos con una mujer en la portada, de niña era tan ñoña que me divertía resolviendo los libros que dejaron mis hermanos, los borraba y ponía mis respuestas; también hace poco hablaba con un amigo amante de la literatura de la buena selección de autores que tenía el libro de español (nos llevó a esa plática el error de la genial martita de fox que leyó una vez un poema de la gran poeta rabina la gran tagore -je-)

mi lugar favorito de la ciudad es su centro histórico, y también los parques de la vieja colonia roma -pasaba ratos de mi niñez ahí-

Anónimo dijo...

Hola Aurore!
si es tu rutina dominguera, pues te felicito por lo bien planeada y por lo que la gozas...
(sobre todo el gusto por el café)
desde que que supe leer y me encontre a Mafalda es mi idolo... en mi biblioteca particular esta la colección completita y no me canso de leerla...
una invitación para ti y para Marichuy a visitar Durango... les encantara el clima y su panteon municipal con su obras de arte (museo Benigno Montoya)
un placer leerte y abrazos revueltos
=D

Aurore Dupin dijo...

Buenbichito (perdón, ando cursi y kitsch):

El lugar es agradable, pero de comida no te pierdes nada. Prefiero mil veces La vid argentina, El Jarocho y la panadería de La Ideal.

Ja, yo también me divertí de lo lindo con los todos los libros de mis hermanos mayores... ¡Ay, qué tiempos, señor Don Simón!

Lo de Martita prefiero relegarlo a las mazmorras del palacio de memoria. ¿Y qué tal la pronunciación del nombre sacro Borges en el -disculpen la chabacanería- hocico de Fox? Ay, tantos Foxismos memorables: solucionar el conflicto de Chiapas en 15 minutos, que Pemez era igual a la virgen de Guadalupe como símbolos para los mexicanos... y un verdadero clásico "Así como me ven de rancherito y con botas, también sé ser estadista y gobernante, y también sé cuándo usar traje y hablar bonito" Ajá.

Ah... la colonia Roma. Yo pasé gran parte en la doctores, allá en el General Cinema Centenario (HGM).

Saludos nostálgicos.

Aurore Dupin dijo...

Lo de "Pemez" era chiste de mal gusto. Jo.

Aurore Dupin dijo...

Ana:

Como dice Garfield "¡Te amo, café! Me haces brillar. Me haces sonreír, te amo. Mis nervios no te quieren, pero ¿qué saben ellos?"

Muchísimas gracias por la cortés invitación; Durango es uno de los estados que no tengo la fortuna de conocer, y tus comentarios son un magnífico incentivo para hacerlo.

Ay, aquí en mis tierras morelenses le tengo mieditis a mis Centruroides limpidus... allá en Durango a los C. suffusus; a donde de plano no iría es a Nayarit: me pica un C. noxius y me da el telele.

Saludos artrópodos.

Anónimo dijo...

por fa' en español.... si te pica un que....??? centruroide suffusus, acá nomás les decimos alacranes...
jajajaja (ya hay suero antialacranico suficiente para esas emergencias, te lo aplican hasta que tienes los sintomas si no,no)
pense que te referias a los de dos patas que andan por las calles...
pero creo que aún tenemos el privilegio de poder dar un paseo tranquilamente a ciertas horas de la noche y no pasa nada... para ir a un paseo de esos que ultimamente se han vuelto famosos al panteon municipal a las 00:00 hrs
pero son bienvenidas cuando gusten
un abrazo...
=D

Aurore Dupin dijo...

Ana:

Lo siento, es la costumbre.

Me gustan los panteones, desde que recuerdo. Es de los pocos lugares donde puedes tener paz -eterna o efímera-. Una de mis amigas de la Facultad vive justo al lado del de su pueblo y como bien dice "Son buenos vecinos, no dan nada de lata". Y con respecto al miedo... como decía mi bisabuela "le tengo mucho más a los vivos".

Grazie, grazie.

marichuy dijo...

Ups, harta pena de confesar que mí los que si me dan mieditis, son los alacranes y más esos güeritos que se dan en aquellas tierras duranguenses.

En cuanto a la atracción por los panteones, pues ya somos varias. Hasta podemos formar una secta y dedicarnos a leer poesía y novela a deshoras... en algún bello panteón; en un camposanto, como les dicen en mi pueblo de la Sierra Guerrerense.

Tu dispensa querida Aurore estas elucubraciones panteoneras.

Besos profanos

Aurore Dupin dijo...

Querida:

Nada de disculpas, también yo soy parte de la secta (pero tú serás la suma sacerdotisa, ¿vale?)

Síp, justamente los Centruroides limpidus son los "güeritos". Recuerdo esa calle de Tepoztlán con sus farolas en forma de estos bichitos. Recuerdo las casas con su frasco de alcohol lleno de ellos y sus propiedades medicinales.

Hugh.

¿Sugerencias para la lectura?

Besos leídos en paz.