junio 24, 2011

desencantos y otras miserias


"Nuestro tiempo pasará por ser el tiempo de la desesperanza. La muerte de Dios, el debilitamiento de las iglesias, el fin de las ideologías... Sin embargo yo lo veo más bien como el resultado de la fatiga. Se creen desesperados porque están decepcionados... Pero si estuvieran realmente desesperados no se sentirían decepcionados. Nuestro tiempo no es el tiempo de la desesperanza, sino del desencanto. Vivimos el tiempo de la decepción. Y así cada uno de nosotros debe buscar nuevas razones para vivir y para sentir esperanza. Hay que soportar con entereza el presente y preparar las decepciones del porvenir... Así pues, la tristeza engendra tristeza y el consuelo de hoy prepara las decepciones de mañana. Cada nueva esperanza está ahí sólo para hacer soportable la frustración de esperanzas previas, y esta huida perpetua hacia el porvenir es lo único que nos consuela del presente. "De este modo no vivimos nunca, pero esperamos vivir..." (Pascal). La esperanza y la decepción son ambas hijas del mal vivir y lo reproducen indefinidamente...

[...]

"Sólo es feliz quien ha perdido toda esperanza; porque la esperanza es la mayor tortura que existe, y la desesperanza la mayor dicha […] La desesperanza no es la tristeza, no es la desdicha, sólo es el efecto de no esperar nada. A esto llamo yo la alegre desesperanza. Y esta es una verdad que vemos confirmada en la experiencia de la vida: los momentos de felicidad son aquellos en los que nos sentimos completos, en los que no esperamos otra cosa más que lo que es."

[André Comte-Sponville]


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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Texto descarnado, duro y cierto. Un reflejo del estados de ánimo que a muchos nos domina.

¿Qué nos queda frente al desconsuelo?

A veces: fugaces esperanzas y consuelos. Algunos de ellos tú los aportas en este espacio, nuestro refugio digital para la desdicha cotidiana.

Lily dijo...

Marichuy querida,

La vida es un aprendizaje infinito ( o en plural, si se quiere, porque son varios y variados). Uno de ellos es no esperar nada, ni de la vida ni de nadie...Simplemente dejar fluir...
Besos.

Aurore Dupin dijo...

A la usanza de ícaro, le ponemos cera a nuestras alas y nos fascina acercanos al sol.

Y luego nos quejamos del madrazo en el mar.

Así es la naturaleza humana.

P.S. Aunque ello también es redención, de alguna manera, de la miserable condición.

La abuela frescotona dijo...

los sabios saben de lógica, pero la conducta humana es imprevisible, y ese es el encanto del hombre, avanzar hacia el futuro aun con los ojos cerrados, improvisando sobre la marcha...
saludos Marichuy