julio 07, 2010

humanas contradicciones

fotograma del film Persépolis 

A diferencia de muchos niños, yo jamás temí los regaños de mi padre, ni viví bajo la eterna amenaza-chantaje materno del "ahora que vega tu padre verás cómo te va". Al crecer lejos de mis padres y al lado de mi abuela, no había manera de que ello ocurriera; ni siquiera cuando mi padre venía a la ciudad, pues mi abuela (benditas sean las abuelas) era lo suficientemente sensata, como todas las abuelas, para no gastar la breve estancia de mi progenitor en acusaciones por causa de las inicuas faltas que una mocosa, inquieta y solitaria, pudiera haber cometido. No obstante, esta particular circunstancia de mi infancia y adolescencia no me eximió de escuchar uno que otro sermón paterno, por dos temas en especial: mi proclividad al llanto y mi carácter apasionado. Sobre el primero, solía decirme mi señor padre: 'tu llanto no es el llanto del dolor, es el llanto de la rabia… la rabia que te provoca saberte impotente para hacer que las cosas sean como tú quieres que sean'.

Obvio, después de escuchar semejante dictamen, yo rompía a llorar con más ganas, como una plañidera.

En cuanto a la pasión, su apreciación era (creo que con los años la ha matizado) muy contundente: la pasión es mala consejera, y, a veces, una influencia letal, pues nos lleva a cometer los actos más descabellados y a sentenciar las más crueles letanías, de los que casi siempre terminamos arrepentidos. Mi padre, pobre, quería que yo tuviera un carácter firme, sereno y controlado (no sé de quién carambas pensaba que yo habría de heredar tal temple) y le salí casi lo opuesto: apenas una humana contradictoria y, ni hablar, la más chillona de sus hijos... aunque eso sí -algo bueno debí sacar- poco, por no decir nada, dada a los pleitos. 


«La pasión constituye todo lo humano. Sin ella, la religión, la historia, la novela, el arte serían inútiles» Honoré De Balzac

9 comentarios:

marichuy dijo...

Pobres padres: sus hijos casi nunca son como ellos hubieran querido... ni por más que se afanen.

Anónimo dijo...

Marichuy adorada y admirada, en eso tienes razón, apenas vi una frase en un muro que puso con frasesitas muy útiles mi colega M.V.Z. Sergio Sosa: Un hombre no sirve para nada hasta que se apasiona :D

marichuy dijo...

Mi estimado Doc

Bueno, el de la frase fue Balzac, digamos que él tiene la razón y que nosotros estamos de acuerdo.

malbicho dijo...

será que el negar lo que nos apasiona sólo nos arroja con mayor violencia a lo mismo

de todas maneras, era un buen consejo el de tu papá (ojalá fuera fácil de seguir)

malbicho dijo...

oye, y hoy no nos compartes de dónde es la imagen, es interesante

marichuy dijo...

Bichi

No lo dudaría mucho. Debe ser como toda negación forzada. en el fondo no es más que una reafirmación

Ybre tu atinada observación. Ups, se me pasó.

Es un fotograma del film francés "Persépolis": la puesta en paralelo de la Marji niña despreocupada y feliz en Irán, frente a la Marji adulta en la sala de espera del Aeropuerto de Orsay, aguardando su equipaje el día que llegó a Francia para exiliarse.

¿No lo has visto? Es una delicia de película

Saludos

QUANTUM dijo...

Hola Marichuy !!

Sabes? He escuchado a varias personas que han contado con lindas abuelas. Ya me hubiera gustado también a mí disfrutar de dicha vivencia y contar con una abuela que me contase un cuento. Se me hace un nudo en la garganta... No obstante, tomando un poco de aire, aprendí a leer mis primeras letras; de pronto me encontré con un fragmento de un gran libro: << El Principito >>. Aprendí a leerme cuentos a mí solito.

Ya es hora de ir con Morfeo.

Marichuy, disfrute del sueño.

marichuy dijo...

Quantum

Las Abuelas son lo mejor de la vida; pero debo decir que la mía jamás me leyó un cuento; al contrario: yo le leía a ella sus novelas rusas.

Saludos

QUANTUM dijo...

Amélie

Hoy quise entrar para darte un abrazo fuerte. Mi pretexto es que con las lluvias hace un poquito de frío.

Sabes?! De repente me he sentido un poco triste y no sé porqué. Leí en alguna parte que es normal; que es parte de un ciclo en nuestra cabeza. Me hace sentir vulnerable y desearía tomarme un chocolate caliente.

Bueno, Amélie, espero que se me pase.

Te quiere: tu felino.