julio 14, 2010

ausencias








"[...] no hay ausencia más que del otro: es el otro quien parte, soy yo quien me quedo. El otro se encuentra en estado de perpetua partida, de viaje; es, por vocación, migratorio, huidizo; yo soy, yo que amo, por vocación inversa, sedentario, inmóvil, predispuesto, en espera, encogido en mi lugar, en sufrimiento, como un bulto en un rincón perdido en una estación. La ausencia amorosa va solamente en un sentido y no puede suponerse sino a partir de quien se queda -y no de quien parte-: yo, siempre presente, no se constituye más que ante , siempre ausente. Suponer la ausencia es de entrada plantear que el lugar del sujeto y el lugar del otro no se puedan permutar; es decir: "Soy menos amado de lo que amo." [Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso].

A veces me siento tan ausente; de mí y de otros lares y seres, pero fundamentalmente de mí. Hoy, un día medio gris y tristón, R. Barthes (desde el cielo de los escritores donde debe estar si es que Dios existe y es un poquito justo), me ha devuelto un pequeño fragmento de mí… a mí. Quizá un día no lejano, pueda yo volver a mí por completo, entera, para empezar a escribir (o reescribir) una historia menos triste, memos plomiza, más colorida… tal vez…




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1 comentario:

marichuy dijo...

Tal vez, lo ideal sería abstenerme de publicar nada en estos días. Quizá no sea el mejor aliciente, para quien ose pasar por aquí, leer letras que no pueden disimular su desconsuelo, o, en el mejor de los casos, su nulo optimismo.... tal vez.