enero 22, 2013

instrucciones para vivir en méxico


LISTA DE COMPOSTURAS
Examen de conciencia patriótica

**Con motivo de salir de México a pasar una temporada, se me ocurre hacer un examen de conciencia con el objeto de determinar qué es lo que más me irrita de este país, cuyo nombre anda en boca de tanta gente demagógica y que sin embargo es mi patria, primera, única y final. La verdad es que mientras más enojado estoy con este país y más lejos viajo, más mexicano me siento. En primer lugar debo admitir que geográficamente hablando, México no tiene peros. Hay de todo. Hay precipicios, llanuras, montañas, desiertos, bosques, ríos que se desbordan, playas, etc. Todo esto cobijado por un clima relativamente benigno. Sobre todo, hay dónde escoger. Si no le gusta a uno el calor, se va al frío. Si no le gusta a uno la montaña, se va al llano. Nomás que tiene defectos. El principal de ellos es el estar poblado por mexicanos, muchos de los cuales son acomplejados, metiches, avorazados, desconsiderados e intolerantes. Ah, y muy habladores. A la mayor parte de estas características, que son responsables, en parte, de que estemos como estamos, yo no les veo compostura ni a corto ni a mediano plazo. El mexicano es acomplejado. Este rasgo no tiene nada de inexplicable. Raro sería que no lo fuera. Una buena parte de los mexicanos vive del favor gubernamental, que es como vivir en el seno materno, que no es lugar propicio para desarrollarse cuando tiene uno cuarenta años. Otro grupo, más numeroso, está frustrado por su ocupación: el que aprendió a hacer mecate de lechuguilla tiene que hacerla de peón de albañil; el que era bueno para la yunta, vende chiles; el que sabe hacer campechanas, maneja un taxi, y todos, absolutamente todos, saben que el único que prospera es el que tiene dinero, que es algo de lo que ellos carecen, y que por consiguiente están condenados a pasar la vida nadando y estirando el pescuezo para no ahogarse. Por si fuera poco, el mexicano es por lo común chaparrito, gordo y prieto, o en su defecto, chaparrita, gorda y prieta, y se pasa la vida entre anuncios en los que aparecen rubios, blancos y largos, que corren por la playa, manejan coches deportivos y beben cerveza. ¿No es para estar acomplejado? El mexicano, como todos los pueblos educados en una ética rigurosa —hoy caída en desuso—, está convencido de que el mundo está lleno de buenos y malos. Los buenos somos nosotros y los malos los demás. El siguiente paso del razonamiento consiste en suponer que todo lo que viene de fuera puede infectarnos, o, lo que es más serio en términos mexicanos, denigrarnos. Así han nacido varios instrumentos legales profilácticos de censura, cuya función puede ser anticonstitucional, pero brota de lo más profundo del alma mexicana, que de por sí quiere meterse en lo que no le importa y borrar lo que le molesta. El mexicano es avorazado. ¿Por qué? Probablemente por hambre atrasada. La mayoría de los mexicanos han visto tiempos peores, y la mayoría, también, espera ver tiempos todavía peores que los pasados. Esto hace que un policía parado en una esquina jugosa sea detestado por todos los automovilistas que pasan, y al mismo tiempo, envidiado por muchos.

Además de hambre atrasada, el mexicano tiene muchas burlas a cuestas. Sabe que vive en un mundo infantil, en el que el que no llora no mama. Esto lo hace forzar la entrada en la vida. Avorazado no sólo de dinero, sino de posición, finge que no ve la cola y se mete directo a la taquilla, da la vuelta donde le conviene y causa un conflicto de tránsito; si es político, da un golpe cada vez que puede, en venganza de todas las vejaciones que le hicieron antes y en preparación delos desastres que puedan venir. Avorazados son todos, no nomás los comerciantes que suben los precios por si suben los sueldos. Si es pesero, se empeña en cargar siete pasajeros, y si es peatón se empeña en subirse en un camión en el que no cabe —por si ya no pasa otro nunca jamás. Además de avorazados los mexicanos son quejumbrosos, y peor, están satisfechos. "Ni modo", dicen, "así nacimos". Lo cual es mentira. Todos los defectos que he señalado podrían corregirse sino hubiera aquí "fuerzas oscuras" tratando de fomentarlos. **
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—Jorge Ibargüengoitia, Instrucciones para vivir en México (publicado en el diario Excélsior el 27 de septiembre de 1974.

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2 comentarios:

Champy dijo...

Que sabio el Jorgito verdad?
Y que cabrón!!! Digo, uno como mexicano es lo menos que le espeta a aquel que suela decir o escribir todo lo que él ha escrito...aunque tenga razón.En lo que no estoy muy de acuerdo, o a según, matizandolo un poco, pero ahora, el mexicano no tiene mucho de donde escoger. La familia es practicamente un concepto que solo existe en los libros, aunque brinquen miles no es cierto, las que presumen de funcionalidad en estos momentoslo confunden con el orgullo que les provoca ver a sus niños jugando wii (o como se escriba) y que nomas lo sueltan para contestar su iphone, o de jodido su samrtphone! Mientras sus mamis leen quien y sus papis eyaculan con la compañera o el compañero...
La educación es practicamente inalcanzable, y birnquenle quien le brinque y que me grite que el modelo de Universidades Aujtonomas y nacionales y las arañas...cuantos entran y cuantos se quedan fuera? mas pior, cuantos llegan a presentar un exámen!!! Para que el niño que le gusta aprender y pensar termine primaria, debe recorrer kilometros a pie, madrugar, trabajar el tiempo que le queda libre, recibir ayuda-apoyo de su madre y su padre, hacer milagros para continuar, enfrentrase en el camino d ela prepa y la secu al México de los espectaculares y los pasos elevados, a la burocracia que facilita lo facilitable a quien agradece favores en especie....por un tipuchal de milagros y endeudandose con todo el santoral termina. Para eso, para manejar un taxi, poner un puesto en la estación, si bien le va, para contratarse con las nuevas leyes laborales por hora y sin prestaciones ni derechos...
Adio..... tan feo está todo???
Ay mejor vamos al cine a ver una peli.... aunque sea a dormirnos con Lincoln.

2046

marichuy dijo...

Y lo mejor de Ibargüengoitia: ese sentido del humor, esa ironía inimitables. En estos tiempos de solemnes e hipócritas, cómo hace falta su pluma.