Las tres
muertes de Carlos Fuentes, por Mario
Alberto Mejía
“Carlos
Fuentes no murió ayer: murió cuando su hijo Carlos Fuentes Lemus se suicidó en
Puerto Vallarta huyendo para siempre de la hemofilia y cuando su hija Natasha
fue hallada bajo un puente del barrio de Tepito asesinada por manos anónimas y
cobardes. En otras
palabras, la de ayer fue su tercera muerte: la definitiva.
Un pasaje
de su libro En esto creo resulta conmovedor en momentos como estos. Fuentes
narra que a la habitación de su casa de Londres entró su hijo en plena
madrugada.
El
escritor lo vio pasearse sin decir nada, puesta la mirada en la delgada sombra. De pronto,
el joven se detuvo y en medio de un llanto apagado musitó una frase: “I"
damned”. Es decir: “Estoy maldito”. Fuentes retrata en ese texto el sufrimiento
de un padre que ve morir en vida a uno de sus hijos. Poeta, pintor, guionista
de cine, huésped permanente de los hospitales, el joven Fuentes Lemus acabó con
su vida en Puerto Vallarta el 5 de mayo de 1999. Como buen lector de
Baudelaire, entendió que las flores del mal siempre son nocturnas y están
ligadas a la muerte. Seis años después, el 22 de agosto de 2005, su hija
Natasha terminó debajo de un puente de Tepito. Sola, despojada, arrebatada.
Esas dos
muertes lo mataron en vida: acabaron para siempre con la vitalidad de un
escritor que abarcó casi todos los géneros: novela, cuento, ensayo. Y aunque
siguió escribiendo, las cosas ya no fueron iguales: había perdido el alma y el
espíritu: esas formas borrosas que guardan la ausencia de los hijos. Atrás
quedó uno de nuestros primeros escritores realmente cosmopolitas: políglota,
exitoso, cultísimo, amante de las actrices más bellas, conocedor de vinos,
cinéfilo empedernido y bon vivant. Eso sí:
siempre estará entre nosotros el autor de Terra
Nostra, Cambio de piel, La región más transparente, Aura.
El amigo
de Buñuel, de Paz, de García Márquez, de Bill Clinton, de Miterrand. El hombre
que cruzó el siglo veinte mexicano a bordo de un Ferrari y que fue víctima de
envidias y rencores. Me quedo con una de sus últimas frases pronunciada en una
entrevista reciente: “En el momento que no sabemos hablar, tampoco sabemos
amar, ni actuar, ni hacer política”. En efecto: Fuentes fue un escritor
obsesionado con el lenguaje. Siempre se enfrentó a él. Por eso Terra Nostra es
su Ulises, su Tristam Shandy, su Guerra y Paz. Una obra total para un escritor
total.
Unas horas
antes de morir publicó su último artículo en El País y en Reforma. Ahí habla
de lo que le espera al socialista François Hollande, nuevo presidente de
Francia, país en el que vivió durante varios años y en el que fue embajador de
México en los años setenta. Así culminó su último artículo: “Me
preocupa e impacienta que estos grandes temas de la actualidad estén fuera del
debate de los candidatos a la presidencia de México, dedicados a encontrarse
defectos unos a otros y dejar de lado la agenda del porvenir”.
Muchas
líneas se están escribiendo sobre él, pero pocas como las que el escritor checo
Milan Kundera le dedicó hace algunos años: “Cuando era un joven escritor, en
Praga, odiaba la palabra generación, que me repelía por su regusto gregario. La
primera vez que tuve la sensación de estar unido a otros fue leyendo más tarde,
en Francia, Terra Nostra, de Carlos
Fuentes. ¿Cómo es posible que alguien de otro continente, alejado de mí, por su
itinerario y su cultura, esté poseído por la misma obsesión estética de hacer
cohabitar distintos tiempos históricos en una novela, obsesión que hasta
entonces había ingenuamente considerado sólo mía?”.
Descanse
en paz...”
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4 comentarios:
Hoy La Jornis publica un antíguo texto de Gabo, donde curiosamente también saca a colación a Kundera.
Mas curioso, en una noche de copas laguneras, Monsi nos contába a Gina, Lalo & moique un amanecer en un baño de Praga, Gabo y Carlos salieron despavoridos ante una revuelta de amanecidos que llegaba a apropiarse del lugar, todos vestidos con flores y estrafalariamente maquillados.....él no, él se quedo en la madera ardiente a hacer nuevos amigos. Amigos que la noche posterior presentaría a Carlos y a Gabo... Carlos rompió muchos corazones checos masculinos esa noche, pero no dió su brazo a torcer.
2046
Carlos Fuentes era guapísimo. Conservó su apostura casi hasta el fin. Sus haters no le perdonaron ni eso.
Descanse en paz con sus camaradas, Carlos Fuentes.
el que no sabe hablar, no sabe amar, y aunque supiera si no lo dice quién se podrá enterar.
Escribí algo después de mi lectura de la Jornada justo sobre eso que en algún momento escribió Gabo sobre Carlos Fuentes
http://cuentosbajopedido.blogspot.mx/2012/05/habitado-por-escritores.html
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