agosto 25, 2009

Legados de sangre



No pido riquezas, ni esperanzas,

ni amor, ni un amigo que me comprenda;

todo lo que pido

es el cielo sobre mí y un camino a mis pies.

Robert Louis Stevenson.


No lo han expresado abiertamente, pero lo saben; el radar parental es mucho más sensible que la electro-localización que utilizan los tiburones cabeza de martillo: nuestra sangre -como buen fluido- discurre, se derrama, y si no existen cauces, los crea –a lo Machado-.


Cuando asistí al ansiado viaje otorgado por las Olimpiadas del conocimiento (los concursos gubernamentales de la SEP y sus ingeniosos nombres, ya saben) mi madre intuía que había un pajarillo paradójico en el alero: con apego al nido pero amante de los trayectos fuera de éste, como había vaticinado la matriarca.


Con la representación retinotópica de Coatlicue en el Museo del Templo Mayor esculpida en el hipotálamo**, me dirigí a casa de otro de mis arquetipos básicos: mientras relataba las impresiones de mi mente de once años, la bisabuela me examinaba crípticamente; finalmente, su mano aterrizó en mi región parieto-temporal derecha.

**Como plasmara magistralmente Octavio Paz en Corriente alterna: “Más que una forma sensible, es una idea petrificada…Si la vemos realmente, en lugar de pensarla, nuestro juicio cambia…advierto su barbarie, no niego su poderío. Su riqueza es abigarrada pero es verdadera riqueza. Es una Diosa, una gran Diosa.


“Te pareces mucho a la mamá de tu papá. Deberías ir a donde era ella: muchos frutos sólo conocen a las raíces cuando se caen del árbol, pero tú no. Te gusta andar de pata de perro descubriendo cosas.”


No dudaba que gran parte del amor profesado por mi padre se originaba en el parecido físico con aquélla mujer que falleció por un carcinoma gástrico avanzado cuando papá tenía veintiún años: ese retrato blanco y negro que tenía un lugar preponderante en el altar de Día de Muertos que mis abuelas maternas realizaban cada año con mi ayuda.


Entre los martillazos de mi Hefesto particular -que no forjaba rayos para el jefazo del Olimpo, sino ventanas y puertas para los mortales- se suscitó lo siguiente:


- Papá

- ¿Qué pasó, mi’ja?

- ¿De dónde era mi abuelita?

- De un pueblito de Oaxaca, se llama Zaachila.

- (…)

- ¿Te acuerdas que me prometiste que me darías lo que yo quisiera si ganaba ese concurso?

- Sí, ¿qué quieres? ¿La bici? ¿El Nintendo? ¿Esos libros raros que siempre ves?

- No, quiero ir a ese pueblito que dices.


Se desconcertó –como de costumbre- ante mis solicitudes, pero también –ídem- accedió a ellas: solicitó información a sus conocidos acerca de la ruta hacia Oaxaca, y puesto que mi madre ayudaría a sufragar los gastos -por el adelanto de sus quincenas correspondientes al período vacacional- solicité la bendición de las abuelas y emprendimos el camino: uno que aún se labra hasta hoy.


“De todo me acuerdo, de todo. De cómo me sentí mal en las curvas entre Oaxaca y Puerto Escondido, en las curvas entre Tuxtla y San Cristóbal, en las curvas rumbo a Guelatao. De los árboles altísimos en los bosques alrededor de Toluca, de las barrancas profundas en la sierra, de la soledad y el calor al atravesar los cañones, de la impetuosidad de los ríos, de la luminosidad del aire y de la oscuridad del mar. Me acuerdo del cielo negro en las noches, de las nubes al mediodía, de los cerros, del agua de las fuentes, del frío que se sentía por fuera de la ventana y el vaho que quedaba por dentro. De todo eso me acuerdo, de todo.”

Sara Sefchovich.





12 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa impetuosa búsqueda maravillosa Aurore, la del origen, no sólo en cuanto a genoma, sino también a circunstancia. ¡Qué manera tan bella de evocarlo! En breve (cuando termine la serie que llevo ahora) compartiré en la sobremesa parte de un viaje que tengo registrado en donde me inmiscuí en mi origen, mi circunstancias y mi realidad. En esa búsqueda que compartes acá. Como recurrentemente me pasa con tus textos, me identifico en las diferencias, y me ratifico en las coincidencias. Qué manera de iniciar mis actividades de hoy.
Saludos emocionados y reflexivos

marichuy dijo...

Querida

Ya me lo decían mis sensores (no prenatales), mucho venía de parte la abuela paterna; lo sentí mucho antes de leer esta bella evocación. Como carezco de los elementos técnico/científicos para nombrar apropiadamente a esos lazos indisolubles que te conectan con ella, sólo diré que se lleva en la sangre.

Leyendo el primer párrafo, recordé mi difícil nacimiento (circunstancias complicadas que en mi primitivo entender explican muchas cosas) y creo que fue es radar prenatal lo que hizo posible que yo estuviera aquí... contra toda opinión "calificada"

Finalmente, la cita de Sara Sefchovich, bien podría firmarla yo. Mi primer viaje a la Costa Oaxaqueña se parece a ese (gracias a unas dormilonas perdimos el avión), descender en un destartalado camión (en 25 de diciembre fue lo único que conseguimos, incluido un chófer más borracho que crudo) por esa carretera angosta, accidentada y cuya masa neblinosa, iba haciéndose más y más densa a cada nueva y retorcida curva. Un viaje inolvidable; las ocho horas más largas de mi existencia.

Besos brumosos

Aurore Dupin dijo...

Eatimado doc:

Identificarse en las diferencias es algo que me maravilla; algún órgano vomeronasal vestigial virtual debe existir para que reconozcamos a nuestros semejantes.

Retornando a las analogías matriarcales, concuerdo con la bisabuela en cuanto al concepto tierra-semilla (haciendo su transpolación al DNA, sus traducciones proteínicas y el ambiente en que estamos inmersos). Sí que sí.

Espero el texto en la sobremesa (y en la mesa también).

Saludos compartidos.

Aurore Dupin dijo...

Queridísima:

Teóricamente, podría denominarlos en ese lenguaje técnico-científico...empero, comparto tu preferencia por esas palabras: lazos de sangre.

En cuanto a las circunstancias de nacimiento...también puedo identificar la compatibilidad: cuando pasé por las clases de perinatología, preferí olvidar que mi madre siempre acudió con parteras y que yo venía en posición transversal (o eso cuentan) -la verdad, nunca me atreví a preguntar qué tan factibles eran esas maniobras para acomodar al niñ@ en cuestión; la ginecoobstetricia nunca fue mi materia preferida-. Sin embargo, querida, el hecho de que no te dediques a la medicina es prueba suficiente de que tu puntuación en la escala de Apgar fue superior al 9-9.

Con respecto a Sefchovich, me encanta su viaje -en todos los sentidos- por los rincones de este país mágico, folklórico y pichicato: sí, esas curvas son mortales para el sistema vestibular. La primera vez que visité Puerto Escondido me tendí en la playa otras 8 horas para reponerme del mareo.

Besos análogos.

malbicho dijo...

ese libro de sara sefchovich fue el que me animó a dejar de tener sólo el rol pasivo en mi amasiato con los libros, antes de ese pensaba que qué caso tenía intentar escribir si todo estaba dicho de manera insuperable, pero ella me hizo subir tantos cerros y recorrer tantos pueblos, probar tantas dulces, pulques, moles y admirar tanta artesanía, que ya no pude dejar para después hacer mis propias crónicas sin sentir culpa por no tener el don de los más grandes

bueno... pero esos son mis traumas y tú no tienes que sufrirlos -je, pero yo sí te agradezco esta bella forma de contarnos más de tí

soberbio

Anónimo dijo...

Aurore que bello relato, en verdad gracias por poner estas letras el día de hoy, creo mucho en nuestro árbol genealógico, ese que te dice que te pareces a tu abuela, o que te pareces a la tía tal, lo mejor es llegar hasta los lugares donde están nuestras raíces para conocernos un poco más.

Gracias en verdad por este relato, me lleva a otros viajes no emprendidos, no viajados.

El vídeo es una muestra más que hay que rascarle mucho más atrás…

Un abrazo Aurore, como siempre un placer el leerte

Menospausas

Aurore Dupin dijo...

Mi queridísima Malbicho:

Me hiciste sonrojar. No hay nada comparable con armar una orgía libresca con los autores amados (ya sea en rol pasivo, activo, intermedio...mmmm, ah, creo que me estoy proyectando). Conejitos de Dúrex, acudan en mi auxilio.

En cuanto al oficio y beneficio del "escribidor" a lo Vargas Llosa, me ocurría lo mismo: mientras leía a Paz, Borges, Sor Juana, Yourcenar, Cortázar, Anaïs Nin, Dante, Poe... sólo podía pensar que el día que yo intentara semejante prodigio se me iba a fundir el seso, pero descubrí que la catarsis con letras era un ansiado bálsamo para mis demonios. Escribiendo me puedo dedicar a leer en sacrosanta paz.

Podemos compartir traumas, delirios existenciales, lo que gustes.

Un abrazo bien requetejuerte, Malbicho.

Aurore Dupin dijo...

Mi estimada Menospausas:

Cuando leí la biografía de George Sand por Joseph Barry, este comentaba que los antepasados ocupaban el primer tercio de las memorias de Aurore Dupin; este fragmento me encanta:

"La cuestión de "linaje" y "legados" hecha a un lado; sin embargo, ahí estaba el estilo novelístico que George Sand tenía del pasado, de las aventuras y desventuras de sus extraordinarios antepasados, que constituyen herencia sentida".

Herencia sentida. Sí. Algo que se debe quedar impreso en algún vestigio del ADN, y que se transcribe en melodías familiares, no lo dudo; como tampoco pongo en tela de duda que George Sand no utilizó ese significado sólo en sentido novelístico metafórico, sino algo netamente vivo, real.

Con respecto al video, yo nací con Mecano (bueno, un año después, en el '82) y crecí con ellos. También son parte de lo que soy. La voz etérea de Ana Torroja, las letras de Nacho y Chema...me abren muchos compartimentos del baúl de los recuerdos.

Abrazo de memorias.

Anónimo dijo...

Hola Aurore!
que bello poder decir que todo ser humano tiene su origen, su inicio, su nacimiento y más bello aun conocer de donde son nuestros antepasados (minimo hasta los tatarabuelos) y que estos son recordados con tanto amor y orgullo ya que mientras unos perecen otros perduran gracias a la memoria...
bellisimo el video de Mecano... no lo conocia...

un super abrazo
=D

Aurore Dupin dijo...

Ana:

Citando nuevamente a George Sand en su Correspondance (1848): Los muertos viven en nosotros.

Con respecto al video, las letras de José María Cano son muy buenas... y esa voz... Ana me estimula la cóclea como pocas mujeres en este mundo. La selección de capturas del video están muy ad hoc.

Unicornio dijo...

Llego tarde (es que últimamente el mundo anda de cabeza... y más desde que se jubiló Sperman, jejeje).

Le contesto mejor en supost más reciente.

Allá nos vemos...!

Atentamente,
el re-tardado Unicornio...

Aurore Dupin dijo...

Mi querido Unicornio:

Yo me divertía como enana (bueno, con mi 1.58 no me puedo divertir de otro modo) con las aventuras de Sperman y Germinal de Fontanarrosa en el Chahuistle. Me mudé al Chamuco por obvias razones.