La melancolía, la nostalgia; la saudade, como la llaman los portugueses, llega así de pronto; muchas veces sin que exista razón aparente, simplemente te toca, te invade y no hay manera de resistirse. Por ello, antes que intentar eludirla, lo mejor que uno puede hacer es rendirse de lleno en sus brazos.
Hoy me siento así. Bastó escuchar accidentalmente la bella canción rusa ochi tchorniye, para que viniera a mi mente una de mis películas favoritas, una historia de amor hermosa por donde se le mire y nostálgica a más no poder: Oci ciornie [Ojos negros/Italia URSS-1987/ Dir. Nikita Mikhalkov/con Marcello Mastroianni y Yelena Safonova]. A partir del cuento de Antón Chejov La dama del perrito, el cineasta ruso Mikhalkov dirige una historia de amor romántica entrañable... y sin final feliz. Un amor irrealizable debido a la cobardía y mitomanía del felizmente casado arquitecto Romano Patroni (encarnado por un Marcello Mastroianni sublime -ganador del premio al mejor actor en el Festival de Cannes de ese año), quien se enamora de Ana, una joven rusa de “ojos negros” (Yelena Safonova). Filmada mayoritariamente en hermosos escenarios de las estepas rusas, la película es una maravilla visual y tiene dos momentos que por si mismos valdrían todo el metraje: 1. Romano Patroni, vestido de impecable blanco, se mete en una fuente lodosa para rescatar el sombreo que el viento ha desprendido de la cabeza de su amada Ana; la escena está filamda con una precisión maravillosa y Marcello se desplaza con una cadenciosa elegancia mientras mira a su amada rusa, con esa mirada única que transmitía tanto; 2. Algunos años después, la relación ya rota, él busca hacer negocios en la Madre Rusia... con el marido de Ana y los ex-amantes encuentran en la casa matrimonial de ella, quien intenta eludirlo bajando a la cava en busca de licor, pero Romano va tras ella y cuando la encuentra, ella se escuda tras una pequeña charola con copas, escudo que no evita el cruce de sus miradas y mientras se miran a los ojos, las copas tintinean fuertemente, como reflejando los estremecimientos, apenas contenidos, que ese encuentro les provoca.
Esta bellísima película está sonorizada por la música de Francis Lai; pero son los tradicionales cantos rrusos, esos nostálgicos cantos algo gitanos, entre los que destaca el que da nombre al film, los que le imprimen esa saudade que termina por convertir a Ojos negros, en una experiencia entrañable.
Dicen que Marcello era encantador y un gran conversador; en una de sus últimas entrevistas resumió su vida diciendo:
«soy desvergonzadamente afortunado. He amado a mujeres bellas, he actuado durante 40 años y hasta ahora, nadie me ha dado un balazo»Pero quizá nadie lo definió mejor que el Director del Festival de Cannes, Gilles Jacob, quien el día de su muerte -un 19 de diciembre de 1996 en París- lo describió así:
«más allá de su voz cálida, su hermosa mirada y la fotogenia de su rostro, Marcello tenía la modestia de un verdadero príncipe»
8 comentarios:
«más allá de su voz cálida, su hermosa mirada y la fotogenia de su rostro, Marcello tenía la modestia de un verdadero príncipe»
Mary, creo que esta cita define muy bien a Marcello, sus actuaciones, y su encanto personal que traspasa las pantallas de cualquier cine, aún el día de hoy puedo sentir esto al verlo actuar.
Espero que tu melancolía te lleve a buenos lugares hoy que oficialmente debería empezar la primavera, hoy que oficialmente nos deberíamos de sentir libres.
Espero que tengas un hermoso día melancólico que te lleve a escribir mucho, a leer, a ver películas con finales dramáticos, je, je, no es mal plan es solo que tu melancolía me llevo a mejores lugares.
Saludos muy mañaneros
Dilbertina
Dilbertina
Así es amiga ¿no has visto "Ojos negros"? Es una belleza y Marcello está en verdad sublime, a la antura de "Sostiene Pereira", por ejemplo.
Gracias por tus buenos deseos
Un abrazo
Aaaah, jejeje, oye, pues muchas gracias por tus letras también. Mi nuevo planeta, está lindo, je, según "cerré" el otro bló (el del equívoco) porque ya no iba a escribir con nostalgias pero...uno no deja de llevar, como cruz de ceniza, la cruz de su parroquia, (jaja, o a lo mejor fue que la estuve oyendo a radiohead y pues me puse triste)
En fin, ojos negros, no he visto la peli pero si he oído esa canción, de hecho en ruso suena hermosa. Pero ahora la veré con más ganas, una, porque a la escribana de este blog también le da la saudade, y dos, porque Sostiene Pereira me conmovió mucho...aaah!
Te mando un abrazo
=)
P.S.
Mmm, me parece, la imagen del músico es de Robert Doisneau...pero ahora estoy confundida! =(
Sibila
La canción es hermosa y la película también. En verdad marcello está genial
Y ups, tienes toda la razón, confundí al fotógrafo, como ambos me fascinan. La foto de tu blog es de Robert Doisneau, "Música en la lluvia" o algo así se llama.
Un abrazo
Cierto... lo mejor es dejarse en sus brazos, pero es mejor con una película (y todavía mejor si es con el clásico que acabas de mencionar)
ahh... melancolía, dulce veneno.
Pero te falta contar el porqué de tu melancolía :) (o es demasiado personal?)
mil besos tiyita Chuyita!
Juan
s
Ay, tu ya ni yo sé a que se debe la melancolía. Pero si me acuerdo, lo escribo.
Besos
Marie:
Me sigues sorprendiendo y dando estocadas en el alma.
Esta película literalmente me parte.
Bien dirigida, estupendamente actuada.
Regularmente repaso escenas y debo confesar que aún me conmueve. Es un estimulante perfecto para nostalgiar.
Coincido con tu selección de escenas, sólo agregaría la escena final: la evocación de Romano y el anunció del reencuentro inesperado...
En fin, me encantó tu post.
Entre más te leo y coincido, más te extraño cuando me apartan de ti.
Abrazo pletórico de nostalgia.
Marco
Aleluya ¡! Estamos en sintonía: acabo de ir a nostalgear con "La Gran Dama de Hierro" en su cumpleaños, allá en tu blog
Me encanta que hayas llegado aquí y visto este post de una película que tanto nos gusta. Hubiera querido poner más escenas, pero no creas que hay muchas en la Web, al menos yo no las encontré.
Y sobre la escena final, cuando Romano ya solo y pobre, trabaja como barman y platica sus penas... uff conmovedor y enorme el gran Marcelo.
Un abrazo nostálgico
PS Yo también e extraño
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